jueves, 10 de enero de 2013

Problemas dialectológicos y sociolingüísticos del dialecto leonés en Sanabria (Zamora). La mortandad lingüística



Paco Vega
Universidad Complutense de Madrid

 
(1997): “Problemas dialectológicos y sociolingüísticos del dialecto leonés en Sanabria (Zamora). La mortandad lingüística”, 
en Interlingüística 8. 
Jaén: Universidad de Jaén. 361-367. 
(ISSN 1134-8941).


1. Introducción

Un año después de la publicación del dialecto leonés de Menéndez Pidal, en 1907, Agustín Blánquez Fraile en un breve artículo a modo de relato de viaje es el primero en fijar los límites y dar cuenta de la vitalidad del dialecto leonés occidental en los partidos de Alcañices, Puebla de Sanabria y la Bañeza en un viaje que realizó desde Madrid en el mes de septiembre del mismo año. En este breve pero sugestivo artículo con datos tomados de la observación directa, el autor esbozó las causas principales de la sustitución lingüística en aquellas áreas donde anteriormente se había hablado un código diferente al castellano y que de modo progresivo estaban amenazando su supervivencia en el resto del dominio con mayor vitalidad dialectal. Aunque los hechos socioculturales no formaban parte de los estudios realizados con los viejos modelos de la lingüística, sin embargo, en la mayoría de los trabajos publicados aparecen constantes y repetidas alusiones a este tipo de hechos cuando los investigadores intentan describir el grado de intensidad o decadencia de los dialectos en los distintos pueblos visitados. Han tenido que pasar más de cincuenta años para que los aspectos sociales no fuesen ajenos a la lingüística moderna con la aparición de la Sociolingüística que rompió rotundamente con los moldes de la Dialectología Tradicional ampliando los horizontes de los enfoques variacionistas de la lengua. La dialectología leonesa tuvo que esperar hasta el año 1980 con la aparición de la Sociolingüística Rural de Julio Borrego Nieto, tesis doctoral monográfica convertida en un trabajo clásico de la sociolingüística española que por primera vez se construye con las nuevas herramientas de la sociolingüística urbana pero aplicadas al espacio rural. Después de la publicación de este trabajo que aspiraba a servir de modelo metodológico a posteriores tesis doctorales dedicadas al leonés con el enfoque de la sociolingüística rural iniciada por Borrego Nieto era de esperar que desempeñaría un papel semejante al que en otras etapas importantes de la dialectología española desempeñaron, por ejemplo, los trabajos de M. Alvar, A. Llorente, G. Salvador y D. Catalán en los años cincuenta. Los resultados, por el contrario, han sido de una palpable decadencia de la dialectología leonesa sin tener voz ni voto en el ámbito de los estudios sincrónicos.
Desde que se ha venido anunciando la muerte del leonés ha habido una reacción generalizada que se traduce en un mínimo interés por las posibilidades de su estudio actual sin que todavía se haya llegado a realizar una investigación seria y profunda que explique los hechos lingüísticos pero teniendo en cuenta también los procesos en los que se han producido. Esta situación ha dado lugar a un gran vacío bibliográfico relacionado con diversos aspectos teóricos y metodológicos que precisamente se derivan del propio proceso de sustitución en el marco de la coexistencia de diferentes normas y podían haber tenido un futuro más prometedor con la aplicación del método sociolingüístico. Si para el estudio de los dialectos en la primera mitad de siglo los planteamientos del modelo de la Dialectología Tradicional y Geografía Lingüística sirvieron para comprobar la diversidad geográfica de las lenguas según el método historicista-comparativo limitándose a la búsqueda de respuestas basadas en cuestionarios rígidos a informantes únicos del tipo: en este pueblo se dice así, en ese otro se dice de tal forma, en estos momentos es la Sociolingüística la que se tiene que ocupar de la diferenciación de la lengua con un método más dinámico que incorpore la dimensión social a el estudio de la variación para conseguir respuestas basadas en técnicas sociológicas del tipo: quién lo dice, por qué y en qué condiciones. En este sentido son muy pocas las posibilidades de la Dialectología Tradicional aplicada a las variedades regionales, por la grave situación en que se encuentran las hablas leonesas replegadas en las áreas menos desarrolladas y más aisladas social y geográficamente. Las posibilidades que ofrece hoy la dialectología leonesa, hay que centrarlas en el estudio de la variación dentro del marco concreto de la coexistencia de lenguas, es decir, en la relación que existe entre lenguas mayores y lenguas menores para verificar, entre una serie de consecuencias lingüísticas, determinados fenómenos poco estudiados derivados de esta situación que están relacionados con la decadencia y mortandad lingüísticas y para los que todavía está pendiente hacer una teoría en el dominio hispánico, y en la misma línea, estudiar el proceso de acomodación del castellano en toda la zona representativa del dialecto leonés.

2. Las hablas leonesas: una contribución al estudio de la decadencia lingüística en el dominio hispánico

Es el objeto de este capítulo dar cuenta del estado de las hablas leonesas en la región noroccidental de la provincia de Zamora, Sanabria, un área dialectal conocida por poseer una serie de peculiaridades producidas por su situación de cuña geográfica y fronteriza, a caballo entre una lengua internacional, el portugués y una lengua nacional, el gallego y en medio una serie de hablas que aisladas por pronunciadas sierras en la mayor parte de su territorio formaron una serie de variedades fronterizas propias de un área de transición entre sistemas lingüísticos diferentes pero dentro de un mismo continuum. Esta característica en particular hizo de este lugar un espacio merecedor de estudios monográficos en la época de esplendor de la Geografía Lingüística y la Dialectología Tradicional. Fritz Krüger dejó muy claro que la estructura dialectológica de Sanabria era un área de excepción frente al resto de las variedades del dominio del antiguo leonés. Desde un punto de vista sincrónico, la dialectología leonesa vuelve hoy a recobrar el interés para completar el ciclo de estudios que tienen por objeto el noroccidente zamorano, con unos planteamientos nuevos que permitan descubrir, entre los puntos candentes en la evolución de una determinada lengua o variedad de lengua, aquéllos que hacen referencia a sus últimos momentos. En este sentido, las posibilidades de hacer un estudio lingüístico en el área de Sanabria a finales de siglo son muy amplias, aunque parezca de alguna manera incomprensible por el grado de influencia y presión ejercida por las ciudades sobre el entorno rural en las últimas décadas transformando progresivamente la mentalidad y los hábitos de sus pobladores en su más amplio sentido. Sin embargo, a diferencia de la mayor parte de los territorios donde se hablaba leonés hoy sólo se encuentran algunos restos dialectales, un observador minucioso puede darse cuenta de que en Sanabria, en aquellas poblaciones situadas en los extremos del dominio al norte y sur, el dialecto mantiene una cierta coherencia de código distinto, si bien es cierto esto no sucede con todos los hablantes y sólo en determinados contextos sociolingüísticos.
La primera pregunta que sobreviene en una situación como ésta, es por qué y cómo quedan lugares donde todavía no se ha abandonado por completo el uso de este código, es decir, comunidades donde un grupo de hablantes se resiste a la total absorción por el castellano y mantiene en funcionamiento una gramática dialectal en el seno de la comunidad después de varias décadas anunciándose la muerte de estas hablas. La creencia general es que la presión que ejerce una lengua fuerte sobre otra socialmente más débil es tan intensa que, a la larga, puede provocar la desaparición de la débil como ha sucedido con numerosas lenguas en el mundo, como sin duda alguna ha sucedido también con el leonés, entendiendo en este caso concreto el concepto de lengua aplicado al leonés como algún tipo de sistema lingüístico de comunicación particular disponible por una comunidad en un contexto social y geográfico determinado y que es diferente a otro u otros del mismo origen que se diferencian por estar caracterizados como sistemas lingüísticos con un alto grado de nivelación. Dentro del panorama de los estudios sociolingüísticos que centran su investigación en las consecuencias de la coexistencia de lenguas en un mismo territorio se han venido haciendo según la categoría de lengua que representan las variedades en conflicto. En la mayoría de las ocasiones se trata de comunidades estables bilingües o multilingües en las que conviven lenguas fuertemente diferenciadas social y lingüísticamente. En el caso de la Península Ibérica el número de lenguas reconocidas como habladas depende del número de variedades estándares, autónomas, que lograron sobresalir del continuum dialectal geográfico heredero del latín. La falta de integración de las diferentes hablas leonesas que presentaban una serie de rasgos comunes impidió su equiparación con el resto de las lenguas peninsulares: el castellano, el catalán, el gallego y el portugués. La expansión del castellano, la lengua dominante, impidió ese proceso de integración disgregando lentamente este sistema lingüístico polilectal hasta su desaparición en la mayor parte de su extensión.

3. La decadencia y mortandad lingüísticas

El proceso poco conocido de la extinción de una lengua, según Dressler, tiene lugar como resultado de la sustitución de una lengua minoritaria regresiva por una mayoritaria dominante en comunidades lingüísticas inestables bilingües o multilingües. El cambio de lengua prototípico implica una transición gradual desde un blilingüismo inestable al monolingüismo, es decir, la pérdida o “muerte” de la lengua en receso (Dressler, 1988: 223). Además, señala otros caminos de distinta naturaleza que conducen a la desaparición de una lengua y que no suelen calificarse estrictamente de “muerte lingüística". Uno de ellos es el que tiene lugar cuando una lengua desaparece porque lo hace también su comunidad de habla. Pero el que más interesa tener en cuenta para el ámbito hispánico es el que tiene como resultado la transformación de una lengua en otra derivada, como el latín, por ejemplo, que hizo nacer las lenguas románicas. Con el fin de seguir aportando datos para la elaboración de una teoría explicativa de estos cambios irreversibles no es desdeñable retomar como centro de estudio la suerte del leonés y el aragonés como representativos de un fenómeno parecido por el que una determinada variedad de lengua derivada evoluciona hasta convertirse o transformarse en otra próxima de mayor dominio de la que acaba haciéndose dependiente.
La diversificación del latín en las diferentes lenguas y variedades que componen el mapa lingüístico actual responde al caso en el que una lengua se impone sobre otra u otras y de ese contacto surge una diversificación posterior sin que la “lengua muerta” (el latín) sufra necesariamente una mortandad lingüística. Sin tener en cuenta el vasco, lengua no latina con un origen mítico muy diferente al resto de las lenguas circunvecinas, la herencia del latín ha tenido como consecuencia la formación de un país plurilingüe con un alto grado de desarrollo lingüístico en el que están reconocidas variedades suyas además del castellano, la lengua oficial en todo el Estado, dos lenguas cooficiales del mismo origen, el catalán y el gallego, y además en el Estatuto de Cataluña se reconoce el aranés, dialecto occitano que es una variedad del gascón hablado en el Valle de Arán y la estandarización del valenciano, una de las variedades internas del catalán en el área occidental. En medio de todas estas variedades autónomas y estandarizadas por llegar a constituirse como “sistemas lingüísticos caracterizados por su fuerte diferenciación, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehículo de una importante tradición literaria y, en ocasiones, por haberse impuesto a sistemas lingüísticos del mismo origen” (M. Alvar 1961: 55), el leonés y el aragonés, por razones “extralingüísticas”, no lograron sobresalir del continuum dialectal geográfico originario del latín quedando reducidos a “sistemas de signos desgajados de una lengua común desaparecida, con una concreta limitación geográfica y sin una fuerte diferenciación frente a otros de origen común” (M. Alvar 1961: 55).
En la mayoría de las ocasiones en este tipo de diferencias se encuentran las causas que determinan en sociedades plurilingües el mantenimiento y fijación de determinadas variedades frente a otras que, por el contrario, a falta de reacciones puristas en contra de la interferencia masiva de una lengua dominante se ven conducidas a un progresivo estado de decadencia y posterior muerte lingüísticas en ocasiones irreversibles. Los denominados dialectos históricos del latín, el leonés y el aragonés, después de un largo proceso histórico de decadencia, como es sabido, han ido transformando término a término aquellos rasgos diferenciales hasta llegar a coincidir con las soluciones del castellano y los restos dialectales pasar a formar un sustrato de la variedad resultante ya castellanizada. Sólo en el Estatuto de Aragón se hace referencia a las “peculiaridades lingüísticas” de Aragón, lo que se refiere a los vestigios de la antigua lengua aragonesa y al catalán que se habla en una franja fronteriza con Cataluña y en el Estatuto de Asturias se recomienda la protección del bable, aunque no se le da un carácter cooficial. Es cierto que el año 1994 la Universidad de Oviedo incorporó en los planes de estudio la especialidad de Filología en bable con la creación de un título propio no oficial, pero la existencia de especialistas en Filología asturiana es muy importante en relación al mantenimiento lingüístico; si posteriormente se extiende a todo el ámbito educativo y organismos oficiales puede tener como resultado el proceso de inicio de una lengua autónoma en fase de elaboración (ausbau) cuya finalidad normalmente es la fijación de una variedad estándar dentro de la Comunidad. De este modo puede producirse el fenómeno opuesto a la decadencia lingüística si por el contrario llega a aceptarse socialmente por una ‘mayoría’ dando lugar al surgimiento de una nueva comunidad de habla. El bable de momento está lejos de ser una realidad social compartida por todos sus hablantes, en primer lugar por la dificultad de desarrollar un modelo único debido a la dispersión de las llamadas hablas asturianas, y lo que es más importante, por la imposibilidad de frenar la presión ejercida por el castellano que ha impedido su unificación, pero la existencia de reacciones que intentan preservar el cultivo oral y desarrollar un modelo escrito como la iniciativa surgida en la Universidad de Oviedo, aunque sea en un ámbito muy restringido, favorece, por un lado, la conservación y mantenimiento de esta variedad, y por otro, la posibilidad de formarse un núcleo capaz de absorber al resto de las variedades y servir como modelo para un desarrollo lingüístico posterior a mayor escala.

4. Aspectos sociolingüísticos de la decadencia de las hablas leonesas

En situación más precaria se encuentran las hablas leonesas que desgajadas de las asturianas con las que forma un continuum dialectal perviven refugiadas en aquellas zonas tradicionalmente más aisladas y deprimidas en la parte más occidental de León y el noroeste de Zamora. En el resto del territorio lo que predomina son restos dialectales dependiendo en cada sitio del grado de nivelación o igualación con respecto al castellano. El primer problema desde el punto de vista de su extensión es que a diferencia de otras comunidades lingüísticas autónomas y homogéneas, como la catalana, vasca y gallega, la castellano-leonesa se corresponde con una comunidad en la que confluyen dos bases lingüísticas de distinta importancia o categoría: por un lado la norma castellana estándar con sus diferentes modalidades, la lengua dominante y mayoritaria en la que se cumplen las funciones sociales superiores, y por otro, los restos de estas antiguas hablas sobre las que se ha impuesto el castellano en la parte más occidental del antiguo reino de León, la lengua débil y minoritaria replegada en un ámbito muy reducido como lengua de diálogo de determinados hablantes en la que se cumplen las funciones sociales inferiores propias de la vida íntima o privada.
El cambio lingüístico producido en la antigua comunidad de habla leonesa ha sido el resultado de un lento proceso de desdialectalización por el cual un sistema polilectal que englobó a las diferentes hablas decae y evoluciona sus rasgos distintivos hasta hacerlos coincidir con los rasgos propios de la variedad próxima dominante. El cambio que implica el paso de la variedad dialectal leonesa a una modalidad de la variedad castellana, en términos de distancia entre los códigos implicados, es en cierto modo transicional porque la frontera que separa una variedad de otra no es tan fuerte como para ser consideradas cosas muy distintas. Una situación diferente tiene lugar, por ejemplo, en el caso del mantenimiento del gallego en la zona fronteriza de Zamora, León y Asturias con Galicia reconocido por todos sus hablantes como símbolo de identidad social y que responde a la coexistencia de lenguas próximas pero diferenciadas en la que el proceso de sustitución hay que entendenrlo como una redistribución de variedades lingüísticas en determinados ámbitos. El leonés, por el contrario, ha carecido del prestigio necesario para ser mantenido como signo de identidad social por una razón importante que parte de una idea general de la gente que lo hablaba creía que lo hacía en castellano incorrecto y no en un verdadero dialecto diferente del castellano. En este sentido, el proceso de sustitución característico de un área de transición entre variedades poco diferenciadas hay que entenderlo no como una redistribución de las variedades en contacto en determinados contextos sino como una superposición de una variedad dominante sobre otra socialmente más débil que tiene como resultado los más diversos grados de igualación con respecto a la norma impuesta. La igualación con la lengua mayoritaria a pesar de ser un proceso que aparentemente puede resultar bastante rápido en la medida que la situación social está cambiando y en la que “es preciso presentarse como miembro de la mayoría nacional -en la lengua mayoritaria- para adquirir una posición (empleos, puestos de responsabilidad, posibilidades educativas) ” (Dressler, W. y R. Wodak-Leodolter 1977: 35), sin embargo, esta presión ejercida por la lengua fuerte, que normalmente acaba provocando la desaparición de la débil, es más lento de lo que a primera vista puede parecer puesto que todavía hay hablantes de determinadas comunidades rurales que han decidido mantener su estatus propio del modelo tradicional de vida en este medio que también han conservado la variedad vernácula como vehículo de comunicación interno ajenos al desarrollo de los modelos y hábitos urbanos importados del exterior.

5. Referencias Bibliográficas

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borrego nieto, j. (1981): Sociolingüística rural. Investigación en Villadepera de Sayago. Salamanca: Universidad de Salamanca.

dressler, w. y r. wodak-leodolter, (1977): "Language preservation and language death in Brittany" en International Journal of the Sociology of Language 12 (Linguistics 191, 33-44).

dressler, w. [1988] 1992: "La extinción de una lengua", en F. J. Newmeyer (ed.), Panorama de la lingüística moderna de la Universidad de Cambridge. IV. El lenguaje: contexto socio-cultural. Madrd: Visor, 223-232.

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